Discursos del Hon. Manuel L. Quezon, comissionado residente de Filipinas, pronunciados en la Cq́mara de representantes de los Estados Unidos, con motivo de la discusión del Bill Jones, 26, septiembre-14, octubre. 1914.

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patia, intere's verdadero por sus aspiraciones y su
bienestar. Para mi' la cuesti6n ha sido encontrar
quie'nes de entre vosotros son en el ma's alto sentido
nuestros amigos, no quie'nes son nuestrods enemigos.
Estoy plenamente convencido de que las diferencias
de opinion que existen entre vosotros respecto a la
clase de legislacion que se ha de aprobar para Filipinas se deben solamente a vuestro deseo de hacer
lo mejor para los filipinos y no lo que pueda ser
en intere's de los americanos de las Islas o de los
Estados Unidos en general. No hay, pues, causa
para ninguna recriminacion, y todos sabe'is que no
hay -ninguna. Todos sois nuestros amigos, y todos
trat~is de hacer lo mejor por nosotros.
Seria funesto, y los que principalmente perderian
serian los filipinos mismos, si dejasen de tener fe
en esta gran naci6n. Segiuin entiendo, el argumento
presentado en favor de una fecha fija para la concesio'n de la independencia es que en tal caso, el
pueblo filipino puede descansar seguro de que cuando
esa fecha llegue se concederis la independencia.
Sr. Presidente, quiero, decir a aquellos filipinos
que asi piensan y que por causa de estos argumentos
no esta'n dispuestos a aceptar este proyecto de ley
que no consigna, fecha fija para la independencia,
que el cumplimiento de la promesa de concesio'n de
independencia a Filipinas no depende del detalle de
si hay o no hay una fecha fijada al efecto. El
cumplimiento de la promesa depende pura y exclusivamente de la buena fe del pueblo americano. Si
se hace la promesa autorizadamente, como se haria
si el Congreso aprobase el prea'mbulo de este proyecto' de ley, la cuestio'n quedari a resuelta. La
promesa se cumplira'. La grandeza. de esta nacio'n
descansa en el escrupuloso cumplimiento de las obligaciones nacionales contraidas por este Gobierno
por medio de los poderes constitucionalmente facultados para asumir tales obligaciones. Si el pueblo