Discursos del Hon. Manuel L. Quezon, comissionado residente de Filipinas, pronunciados en la Cq́mara de representantes de los Estados Unidos, con motivo de la discusión del Bill Jones, 26, septiembre-14, octubre. 1914.

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empefian en nuestra vida. La mujer fihipina ocupa
un puesto que no disfruta ninguna mujer oriental.
Ella es lo que las mujeres en los pai'ses ma's ilustrados
del mundo. En el hogar, la mujer es la inspiraci6n
del esposo; madre, es ha que moldea el car~cter de
sus hijos; hija, es la esperanza, el consuelo, el alivio
de sus padres. En verdad, aun en los negocios, los
hombres consultan con las mujeres. Mucho antes de
la ocupaci6n americana ya habi'a en las Ishas escuelas
piuiblicas y muchos colegios de mujeres, de manera
que aun en aquel tiempo la educacio'n no era privihegio exclusivo de los hombres. Desde el establecimiento de escuelas pu'blicas, durante el regimen americano, los beneficios de la educacio'n han sido igualmente gozados por nuestras nifias y nuestros nifios.
No es raro el caso de que en las clases la estrella
intelectual brille entre los alumnos del sexo femenino.
En la Universidad de Filipinas algunas de las clases
de grado est~n dirigidas por j6venes del bello sexo.
Me aventuro a decir, pues, Sr. Presidente, que el
caracter e inteligencia solamente de nuestras mujeres justificarian nuestro optimismo acerca del maravilloso desarrollo de nuestro pai's. Permitaseme
ahora ofrecer al Gomite' un trozo de informacio'n,
tornado del Volumen 2, pa'gina 117, del Censo de Filipinas, que es muy interesante. Dice asf:
El niimero de mujeres que declararon ser prostitutas fu6
de 476; casi todas ellas estaban en Manila. De e'stas 75 eran
blancas, estando representados casi todos los paises de Europa,
adema's de los Estados Unidos. Doscientas sesenta, o sea,
mfis de la mitad eran de raza amarilla, de hecho todas eilas
eran japonesas, y solamente 141, o sea, 1 por 25,000 de la
poblacio'n femenina de las Islas, eran filipinas. Es sumamaente extraordinario que en este archipie'lago malayo las
siete de'imas partes de las prostitutas sean de tierras extranjeras, hecho que habla elocuentetnente en favor de la castidad
de los filipinos.
Sr. Presidente, una palabra ma's y terminare'. Es
innecesario imponer a nuestras mujeres la carga de