Cuentos filipinos, por Don José Montero y Vidal.

EL ESTUDIANTE DE LA LAGUNA.

205

Al acceder Juancho a sus ruegos, loabraz6 Radjak con
efusion.
Los cuadrilleros habian fraternizado con los tulisanes durante la comida, y levados al propio tiempo de la apatia 6
indiferencia que distingue al indio, no opusieron objecion
alguna A lo resuelto por Juancho.
Radjak, hizo sacar algunas tinajas de vino, para celebrar
la entrada en la compafila de los nuevos camaradas. Bebieron a tabos el vino; cantaron, bailaron y se divirtieron
hasta quedar rendidos de cansancio, despertando bien
avanzado ya el siguiente dia.
-Ahora, compalieros, dijo Radjak reuniendo A sus subordinados, a cumplir cada cual con su deber. Ya sabeis
mi programa: el que cumupla bien, seri premiado; el que
se distinga y salga herido, botin doble; el que sea cobarde
6 falte, se le fusila.
Form6 dos secciones, designindoles los puntos en que
habian de situarse, y march6 enl direccion de Tayabas. Liegada la noche, estaban A vista del pueblo en que habia nacido Radjak.
Aguardaron a que todo estuviera en silencio para penetrar en l1. Radjak dispuso prendieran fuego A una casa; al
arder comenz6 a gritar el vecindario. Sonaron las campanas, y todos los que custodiaban el tribunal, con el gober.
nadorcillo, corrieron hacia et punto del incendio. Momentos despues Ilegaron algunos ^ participarle que los malhechores habian invadido el pueblo por el lado opuesto. Di6
el tambor la serial de alarlna, y abandonaron el peligro
del fuego por el de los tulisanes, mucho mas temido.
Los vecinos acudieron armados de bolos, lanzas y escopetas, entablindose entre unos y otros sangrienta lucha.
Los bandidos resistieron algun tiempo, pero como sus con