Cuentos filipinos, por Don José Montero y Vidal.

ROSA YACS0.

15 -

algunuo, llegando en breve al punto donde Luis dej4 preparado un vilog con doce buenos renleros, todos igorrotes y
genie de su confianza.
Se pusieron A remar afanosamente y al cabo de muchos
e inauditos esfuerzos, pues la corriente era poderos y el
viento y la lluvia les molestaba, lograron ir subiondoelrio
y llegar a Talamey, ya muy entrada la mafianaa,rendidds,
jadeantes, muertos de fatiga y enmpapados en agua.
Descansaron un poco, y montando de nuevo A caballo,
anduvieron un oorto treeho. La lluvia torrencial que caia,:y
la espantosa furia del viento que reinaba, les imposlbilltaba seguir adelante. La crecida de los rios les impedia pa-^
sarlos. Sus cabalgaduras apenas si podian contrarestar el
furor de los elementos, y no tuvieron otro remedio que refugiarse en una casa de las innlediaciones.
Los infelices indios que la habitaban los recibieron con
la lnejoo volantad,: sintiendo no tener provisiones de ningun genero con que obsequiarles, pues: se alimentabamn
con- as que diariamente podian proporcidnarseI
Las que llevaba Luis iban mojadas, asi es que se Pesig
naron i comer de cualquier modo que- faes*.
Calm6 algo el viento j pero come habia Ilovido mucho y
los riosno permitian el paso; se deoidieron A esperar.
Estwban con la zozobra natural de que les persiguiesen,
mas les tranquiliz6 aquello mismo que ocasionaba su zo.
zobr&, que era el mal tiempo.
xr.
Al sigulente dia lejo& de amenguar, la luavia arrecl6.
Por momentos se hizo mis copiosa y el: iento aumenteba.