Cuentos filipinos, por Don José Montero y Vidal.

RO8A YACSON.

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no les podia casar sin el consentimiento paterno y licencia
del de Vigan.
XIII.
Luis march6 al Abra. Rosa, mas tranquila, 3guard6 el
regreso que habia de poner termino a sus males.
Padeciendo por tener que abandonar a sus padres,yen
vista del poco tiempo que le restaba de permanecer junto
A ellos, quiso mostrarles todo su afecto en aquellos dias, y
recobrando su bondadoso casracter, estaba siempre amable
y carifiosa, y no se separaba de su lado para nada.
Creyeron con este inesperado cambio haber acertado al
apresurar su enlace con Ramon Alvarez, y se felicitaron
por su idea.
Entre tanto, lleg6 el 20 de Setiembre y Luis no volvia.
Rosa principi6 A inquietarse, porque llovia muclo; el rio
podia crecer y ser causa de que no llegase A tiempo, lo
cual hubiera sido un gran compromiso para ella, ignorando
que resolucion debia adoptar al cumplir el plazo de su casamiento.
El 24 su impaciencia fu6 cruel: cada hora que trascurria era para ella un martirio. El tiempo empeoraba, y el
temor de que hubiese acontecido alguna desgracia a su
amante llenaba de mortal angustia su apenado corazon.
Cerr6 la nochbe: la lluvia iba en aumento, y ningun otro
ruido que el acompasado que formaba al caer, interrumpia
el soletnne silencio en que estaba envuelta la calle donde
vivia Rosa.
La triste j6ven, ya desconsolada, perdio toda su esperanza. Se puso A rezar, siendole imposible dormir, y pas6