Cuentos filipinos, por Don José Montero y Vidal.

ROSA VACSOC.
de verse separados para siempre, teniendo ella que pertenecer A un hombre A quien no amaba.
int6nces Luis le dijo:
-En lo mas escondido de las.montaflas del Abra existe
una rancheria que, aunqueen estado salvaje, por.no haber
penetrado en ella todavia la luz de la civilizacion, forma un.stado poderoso por su riqueza agricola, por su numerosa
poblacion y por la abundancia de productos que tan elevado precio tienen entre los cristianos. En ella naci yo; y
cuando el mis atrevido de los expedicionarios que en diferentes dpocas se internaron en aquellas espesuras me
arrebat6 del lado de mis padres, yo era muy nifio, y s6lo
conservaba el recuerdo de que A la presencia de mi padre
todos los demas se humillabati. Janmas mi anciana madre
quiso revelarme quien era el autor de mi existencia, temerosa, como despues me dijo, de que cambiara de religion
y perdiera la traliquilidad que tenia en el Abra, por las
feroces discordias de la rancheria donde naci, cuyos envidiosos vecinos la hacen cruda guerra, aunque sin fortuna
ni 6xito alguno.
i Mi padre era el jefe de esa rancheria, segun me dijo mi
mnadre.al morir. Su poder en ella era absolute y discrecional; su voluntad, ley; y ante sus mandatos inclinaban todos
la frente. Mi padre acaba de morir.. Un hermano suyo,
que me cuid6 en la niinez se ha encargado de la jefatura,
y Ilevado del entranable carinio que me profesa, conoeiendo
mi residencia por uno de los muchos alzados que vienen A
hacer compras A Bangued, acaba de mandarme un pariente
que me propone en su nombre ir A recoger la herencia paterra, sin que sean obstaculo mis nuevas creenoias. Triste
es una rancheria por'el estado incivil en que se vive, y
la falta de sociedad es terrible para el que ha conocido