Historia general de Filipinas desde el descubrimiento de dichas islas hasta nuestras días, por D. José Montero y Vidal ...

HISTORIA DE FILIPINAS 353
la proverbial bravura y fortaleza en soldados espafoles las penalidades de una guerra sin objetivo alguno
para la naci6n, y que tenian el suficiente discernimiento para ver claro en el asunto, se dolian del triste papel que un Gobierno imprevisor les obligaba 6 hacer
en provecho de ajenos intereses (1).
(1) El ilustrado corcnel Oscariz escribia desde el campamento de
Tiant-Cha lamentando el sesgo que llevaban los asuntos y la inconveniencia de haber ido a Cochinchina en las condiciones en que fue Espaia. He aqui sus incontrovertibles argumentos:
((Preciso es confesar que los firanceses nos han cogido completamente
de prinos en esta ocasi6n, explotando nuestros sentimientos religiosos,
para fundar con nuestros propios recursos un magnifico establecimiento, que no podian llegar a ver realizado por si solos, y que a nadie es
mis perjudicial que A Espafia. Al sefior Ministro de Estado se lo digo,
y se lo repito todos los correos confidencialmente, es verdad, porque
tiene la bondad de mantener cornespondencia privada conmigo, pero de
un modo que no le debe quedar duda ninguna.
a)Que hacemos en Cochinchina? He aqui una pregunta que los peri(,dicos y los diputados dc cualquier color politico pieden hacer al
Gobierno, y a la que este se ha de ver apurado para contestar; porque
no defendemos la religi6n, ni reivindicamos el honor nacional ultrajado,
ni podemos pretender ventajas para nuestro comercio, ni esperar siquiera que brillen con gloria nuestras armas.,No defendemos la religion, porque la religi6n catolica no necesita
defensa, y nunca se ostenta rmas grande y majestuosa que en las persecuciones, habiendo triunfado de todas sin auxilio extrafio. Ademas,
nuestros misioneros del Tonkin no han pedido protecci6n, y algunos
la rechazan como contraria at Evangelio. Logra uno la palma del martirio, y va otro a ocupar su puesto aspirando al mismo fin, y trabaja
con celo hasta que el verdugo interrumpe su carrera, sin acordarse que
podian cesar estos riesgos, porque cesaria entonces tambien el caracter
sagrado de las misiones.
sNo reivindicamos el honor nacional ultrajado por la muerte del
Obispo Diaz ni del Obispo Melchor, pues los annamitas no identifican
la nacionalidad de los doctores de una religion prohibida al aplicarles,
con arreglo a las leyes, la pena de muerte. Por otra parte, la mision
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